sábado, 23 de enero de 2016

EL DESPERTAR DE UN SENTIMIENTO



 La otra noche trasteando entre mis recuerdos musicales, encontré la grabación de un toque de silencio que guardaba con  cariño.

 Nada más verlo y reconocer lo que era, supe lo que iba a suceder. Mi mente decía "NO" pero el impulso nacido desde la nostalgia, desobedecía la imperiosa negativa impuesta por el corazón...! VAS A SUFRIR!, me repetía la razón conociendo de mis sentimientos.

 Mis dedos jugaban al escondite mientras se maliciaban el momento. En el fondo, solo se trataba de ver cuándo. Una incertidumbre revoltosa que prolongaba la angustia parecía divertirse poniendo a prueba la fuerza de la voluntad.

 Cerré los ojos y me abandoné por un momento. Aquel instante de debilidad, de flaqueza fue aprovechado por ese halo malicioso que hizo añicos la débil resistencia que ofrecía el núcleo de mi ser.

 Mientras maldecía mi ingenua oposición, un toque profundo, metálico, hiriente, se clavó en lo más hondo de mi corazón. Aquel lamento de notas profundizó en mi alma soliviantando sentimientos. Cada nota era una lagrima, y cada recuerdo un desgarro sentimental.



 La noche se detuvo, como se detuvo tantas otras noches en el Aaiún y en mi querido Cuartel de Alcalá de Henares. La magia musical impuso su voluntad doblegando sentimientos, y la impotencia por sucumbir ante la debilidad, tomó su razón de ser.

El lamento musical destapó el arca donde guardo recuerdos adormecidos entre sentimientos. Y aunque no están todos los que son, si es cierto que no sobra ninguno de los que hay.

 Mis ojos se cerraron y mi corazón se abrió como se abría en aquellas lánguidas noches en el desierto y más tarde, ya en Alcalá, en el patio desnudo, empedrado,  cuando el sonido lastimero traspasaba sin ninguna dificultad muros y ventanas adueñándose del tiempo y del espacio trayendo a mi mente imágenes de mi casa, de mi padre, de mi novia.....
Noches eternas de jóvenes suspiros y melancólicas añoranzas impuestas, que las notas alargadas en su tristeza, convertían en impacientes deseos que traían el reflejo del hermoso rostro de una joven mujer, ahora marchitado con la huella del tiempo marcado sobre la piel.


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